viernes, 12 de diciembre de 2008

Ira negra

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El comunicado comenzaba así "El sábado 6 de diciembre de 2008, Alexandros Grigoropoulos, de 15 años de edad, compañero, fue asesinado a sangre fría, con una bala en el pecho por un policía en la zona de Exarchia". Alexandros podría haber sido mi hijo. ¿Qué mundo les estamos ofreciendo? Las noticias nos abruman con números pero detrás de cada cifra hay personas. Personas que sufren y mueren sin esperanza mientras los grandes líderes hablan, en plena crisis, de refundar el capitalismo. ¿Refundar qué? ¿Un capitalismo podrido y corrupto que ha amparado a ladrones de traje y corbata? No es este el mundo que me gustaría dejar como herencia. Mientras tanto, los jóvenes libertarios siguen el camino fácil de la violencia y de la destrucción sin sentido. La excusa es el dolor y la rabia por el asesinato de Alexandros, un chaval de 15 años.
Pero la violencia, a la que se rinde culto con demasiada frecuencia, no es el camino. Es el eterno lastre del anarquismo. Muchos anarquistas desprecian los enfoques no violentos y pacifistas del pensamiento libertario. Sin embargo el anarquismo pacifista existe y, sin duda, es la senda que hay que recorrer. Los violentos de uno y otro bando se parecen demasiado entre sí. Por eso, tras la justa ira ante el asesinato de un muchacho que tenía toda una vida por delante, debería aparecer la calma. La violencia es una vía muerta que no conduce a nada pero es necesario hacer ruido para que algo se mueva en un sistema legal anquilosado
¿Habrá castigo para los culpables? Pongámoslo en duda. El estado no lo permitirá.





domingo, 2 de noviembre de 2008

Pura anarquía


Quedan pocos reductos libertarios. Uno de ellos es "El intermedio", de la sexta TV. El gran Wyoming y sus colaboradoras ponen "patas arriba" la actualidad y, de paso, desmitifican con una incorrección política abrumadora todo aquello que es "intocable", y lo hace con un arma poderosa: el humor. El Intermedio es pura anarquía con tirantes.

domingo, 19 de octubre de 2008

Soledades


Hay una soledad serena, la del que se aísla conscientemente del mundo que le rodea pero no rompe puentes con las personas. Es la soledad del solitario social.
Hay otra soledad hosca, la del solitario que rechaza el contacto con sus semejantes. Cuando persiste en malas circunstancias se podría decir que es heróica. Es la soledad del solitario egoísta.
Está la soledad de los viejos. Nadie les quiere y nadie les soporta. En una sociedad donde el valor es Peter Pan, estorban las arrugas, el andar cansado, la memoria y la experiencia. Es la soledad de la decrepitud.
Pero hay otra soledad, la soledad compartida, que corroe los vínculos que unen a la pareja. Es la soledad del silencio compartido, de las miradas furtivas, del aislamiento. De la soledad en compañía. Es una soledad tóxica porque no es deseada. Es la soledad del solitario acompañado.
No está más solo el que no tiene compañía sino el que la tiene pero no la posee.

sábado, 18 de octubre de 2008

¿Nueva masculinidad?

Hace unos días pasé por una peluquería. había un anuncio que decía algo así como "Hombres. Depilación láser. Pecho, vientre, axilas..." Me hizo reflexionar. El avance imparable de las mujeres occidentales nos lleva hacia una sociedad matriarcal, por mucho que se empeñen ellas en que impera todavía el machismo. Los viejos referentes de la masculinidad se han hundido, arrastrados en parte por el lastre de su modelo dominante y sojuzgador de la mujer. ¿Qué queda entonces del hombre?, ¿Qué queda de la masculinidad? Al parecer sólo un referente femenino. Los hombres actuales tratan de ajustarse al modelo de masculinidad impuesto por las mujeres. No es una cuestión trivial de más o menos vello. Es algo más profundo. Pero, a mi juicio, no es este el camino. De la misma manera que las mujeres han encontrado su modelo de feminidad, los hombres debemos elaborar nuestro propio modelo de masculinidad, más allá de lo políticamente correcto... Más allá de la simple depilación.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Perdida en la ciudad


Volviendo del trabajo me encontré con esta mariposa posada sobre los adoquines. No todo es artificial en las ciudades, de vez en cuando, como un soplo de aire fresco, aparecen en ellas ellas destellos de vida en libertad. ¿Qué hace una mariposa en la ciudad? ¿Acaso es una metáfora del espíritu humano? Sea lo que sea, es una imagen hermosa... y triste.

Quietud


El sol del atardecer baña los campos sinuosos donde los ocres y dorados se entremezclan con distintos tonos de verde. Las espigas se mecen bajo la brisa, como un mar inmensamente verde. Sólo se oye el viento y el canto de las aves. No pienso en nada, mientras camino. Sólo observo y me dejo envolver por la serenidad que me rodea. Allá donde mire, la vida transcurre como siempre, ajena a todo lo que no sea su devenir cotidiano. No hay ambiciones, no hay preocupaciones, no hay pesares, no hay olvidos... No hay deseo. Sólo quietud, quietud y libertad. Un lujo que no se puede comprar.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Un día en la playa


Como siempre, se levantó tarde. Miró por la ventana. ¡Cachis! Otra vez el jubilado agonioso le habrá quitado su parcelita de playa. Desayunó, pegó cuatro gritos a sus hijos para que se levantasen y empezó el ritual de la crema protectora (antes bronceadora). El sudor hacía que la crema resbalara más rápidamente por su cuerpo, creando una capa de olor impredecible.
Tras cargarse con la tumbona, la sombrilla y la bolsa con diversas pertenencias, entre las que destacaba un voluminoso libro (el más gordo que había visto en la librería)bajó la cuesta sudoroso. Al llegar a la playa oteó la línea costera en busca de un hueco. Tenía la sensación de que un millón de miradas hostiles se dirigían a él, diciéndole "ni se te ocurra ocupar mi parte de playa". Por fin, se armó de valor y plantó la sombrilla como un conquistador en tierra de nadie. Aguantó las miradas impertinentes de sus vecinos y se sentó en la tumbona. Mientras sus hijos jugaban en la arena y se bañaban sin solución de continuidad, se dispuso a leer. Conforme leía las primeras líneas, el sopor se apoderó de él. Cuando despertó su piel había tomado el color rosado intenso de todos los años. ¡Ya se había quemado otra vez!
Tras abrirse paso entre las "topleseras" que hacían como que caminaban por la orilla pero que, en realidad, estaban exhibiendo su última operación mamaria, y ser salpicado por los niñatos que jugaban a ver quién tenía menos cerebro, se sumergió en el agua. Se quedó un rato flotando, dejándose llevar y cerrando los ojos... imaginando que estaba solo y que, por unos momentos, había regresado a su niñez.

¿Vacaciones?

El día estipulado, el individuo anónimo llenó el maletero de su vehículo de maletas y otros contenedores al uso. Salió de su ciudad como otros muchos rumbo a su habitual lugar de veraneo, donde, como cada año, se había hecho la ilusión de descansar unos días.
¡Qué gran invento del capitalismo esto de las vacaciones! La revolución un poco más tarde, por favor. (casi) Todo el mundo está en la playa.
Tras unos cuantos atascos, algún frenazo repentino y un recordatorio a la madre del conductor que va detrás, cuyo concepto de la distancia de seguridad se mide en milímetros, el anónimo llegó a su destino: ¿Dónde c... aparco? Todo lleno. El apartamento, las calles, los chiringuitos, la playa.... Estrés para aparcar. Estrés para comer. Estrés para encontrar un sitio en la playa. ¡Estrés para diveritirse!
Así que, el anónimo individuo aguantó el chaparrón con largas horas de somnolencia, soñando volver al trabajo para descansar.

sábado, 19 de julio de 2008

A las puertas del paraíso perdido


Volvía con mi padre a mi ciudad cuando se me ocurrió visitar las Tablas de Daimiel. En el atardecer de un día cualquiera paré a fotografiar lo que quedaba del río Guadiana, a la altura del molino de Molemocho. Ni rastro de agua. El lecho del río sucio y cuarteado. Pero lo que me llamó más la atención fue divisar un "pívot" en el horizonte cercano, como un enemigo desafiante. A las puertas mismas del Parque Nacional, humedal de importancia internacional SECO, el símbolo del desarrollo regional a través de los regadíos con aguas subterráneas me decía: "¡Mirame! Sigo aquí y nadie va a impedir que robe el agua a las Tablas". Mirándolo se me encogió el corazón. Vanas palabras las de aquellos que simulan tomar medidas -ahora que no hay nada que hacer- para recuperar este humedal perdido.

Comenzando por el principio

Acabo de iniciar este blog y no se muy bien por dónde empezar. No soy un experto en esto de las bitácoras, desconozco la jerga de los iniciados en ello, tampoco se qué periodicidad ni hay un tema en concreto sobre el que sea experto y quiera hablar.
Creo que las entradas (destellos) será ocurrencias desordenadas (que no anárquicas) que considere interesantes para compartir o, simplemente, que crea conveniente darlas a conocer, aunque no le importen a nadie.
No es mi intención seducir ni dejar al descubierto mis sentimientos (al menos totalmente) pero sí me gustaría compartir mis ideas, mis opiniones o, simplente aquellas pequeñas cosas que me fascinan.
Veremos en qué queda todo esto.