domingo, 22 de febrero de 2009

Teresa

El viernes te despediste con lágrimas en los ojos. Puede parecer cínico pero tu salida no fue un alivio para nosotros. Te vimos partir hacia un futuro incierto con el corazón en un puño. Ya sabes, no hay piedad para quien se salta las normas, aunque esté en una situación delicada como tú. Hemos intentado tratarte con respeto y proporcionarte algo de afecto pero esto es un centro donde conviven muchas personas que están abandonando la niñez y se adentran en el tormentoso mar de la adolescencia. Tu mar. El mar en el que estás naufragando sin remedio. Pero mientras otros tienen el salvavidas familiar tú no tienes donde agarrarte. En realidad parece que no le importas a nadie. Ni a los que te ciudan, ni a los que te educan, ni a los que te dieron la vida. Vagarás por las calles sin saber muy bien a dónde ir. Querrás hacerte un sitio en la sociedad que te rechaza. Quizá te falten fuerzas o quizá no seas del todo consciente de tu futuro. Mejor pensar en el presente y tratar de salir adelante día a día. Espero que en tu camino encuentres personas más generosas que nosotros que te ayuden a salir de la prisión que te atenaza. Ojalá tengas la lucidez necesaria para liberarte de tí misma.

viernes, 13 de febrero de 2009

Enducacia y konvivencia (I)



En la educación formal actual sobran los lugares comunes y faltan cantidades enormes de autocrítica. En lo que a mí corresponde, el cargo que ocupo me mantiene en un estado de perplejidad permanente. Dejando de lado el trato dispensado por algunos compañeros, donde se recurre con frecuencia a la arrogancia, las malas formas o, directamente, a la mala educación, no deja de asombrarme la insistencia en ir más allá de lo que permiten las normas legales -que, por cierto, parecen despreciarse y desconocerse de forma ostensible- en las relaciones conflictivas con el alumnado. Una convivencia donde no existe regulación alguna o, si la hay, se rechaza cuando no favorece a la propia posición personal está irremisiblemente condenada al fracaso. Al fracaso en la tarea educativa y al fracaso en el logro de un clima de sosiego y calma, necesario para resolver cualquier conflicto. Cuando "se piden cabezas" y se antepone la disciplina coercitiva antes que el diálogo se está dinamitando inconscientemente el delicado equilibrio que mantiene al centro educativo como un lugar de trabajo agradable y como una isla de cultura, de conocimiento y de buenas maneras en medio de un océano de mediocridad y valores superfluos reconocido socialmente y reforzado por medios de entretenimiento que desarrollan la "cultura" del "bajo vientre". Somos tan insensatos que, con nuestra actitud, estamos socavando el edificio que ha costado tantos años de sudor y esfuerzo levantar. Al final, tendremos lo que merecemos.
Pero no nos engañemos, hay otros responsables del deterioro del clima de convivencia y del comportamiento irresponsable de algún que otro alumnos. Próximamente hablaremos de ello.