viernes, 13 de febrero de 2009

Enducacia y konvivencia (I)



En la educación formal actual sobran los lugares comunes y faltan cantidades enormes de autocrítica. En lo que a mí corresponde, el cargo que ocupo me mantiene en un estado de perplejidad permanente. Dejando de lado el trato dispensado por algunos compañeros, donde se recurre con frecuencia a la arrogancia, las malas formas o, directamente, a la mala educación, no deja de asombrarme la insistencia en ir más allá de lo que permiten las normas legales -que, por cierto, parecen despreciarse y desconocerse de forma ostensible- en las relaciones conflictivas con el alumnado. Una convivencia donde no existe regulación alguna o, si la hay, se rechaza cuando no favorece a la propia posición personal está irremisiblemente condenada al fracaso. Al fracaso en la tarea educativa y al fracaso en el logro de un clima de sosiego y calma, necesario para resolver cualquier conflicto. Cuando "se piden cabezas" y se antepone la disciplina coercitiva antes que el diálogo se está dinamitando inconscientemente el delicado equilibrio que mantiene al centro educativo como un lugar de trabajo agradable y como una isla de cultura, de conocimiento y de buenas maneras en medio de un océano de mediocridad y valores superfluos reconocido socialmente y reforzado por medios de entretenimiento que desarrollan la "cultura" del "bajo vientre". Somos tan insensatos que, con nuestra actitud, estamos socavando el edificio que ha costado tantos años de sudor y esfuerzo levantar. Al final, tendremos lo que merecemos.
Pero no nos engañemos, hay otros responsables del deterioro del clima de convivencia y del comportamiento irresponsable de algún que otro alumnos. Próximamente hablaremos de ello.

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