viernes, 16 de enero de 2009
¡Por fin la nieve!
El jueves 8 de enero de 2009 empezó a nevar por la mañana. Nevó lo suficiente como para cubrir toda la ciudad con un manto blanco. La ciudad cambió. Todo cobró un nuevo aspecto. Y, pese al temor a caídas o accidentes de tráfico, mucha gente salió a contemplar la novedad y, entre todos, fueron los niños los que más disfrutaron. Era inevitable que en los colegios e institutos de la ciudad se iniciara una alegre guerra de bolas -de la que, por cierto, escapé ileso-. Yo no dejaba de mirar el paisaje cotidiano y aquí y allá descubría nuevos matices. El sacar la cámara y hacer todas las fotografías que se me antojaban fue una consecuencia inevitable de este fenómeno meteorológico que inundó de alegría mi corazón como si fuera niño de nuevo.
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